Una situación así se le presentó a Leonid Rogozov, un médico ruso que en abril del año 1961 se encontraba en la Antártida con un equipo de investigadores rusos cuando comenzó a sentirse mal.
Los síntomas parecían ser de peritonitis y la solución pasaba por una rápida intervención quirúrgica. Sin embargo, en aquel lugar no existía ningún recursos médico que le permitiera afrontar esta operación de forma inmediata, por lo que no quedó otra opción que realizar el mismo la operación.
La operación comenzó alrededor de las 22:00 el 30 de abril de 1961. Rógozov se inyectó en la pared abdominal una solución de 0,5% de novocaína como anestesia local. Con la ayuda del conductor de tractores y el meteorólogo, que le alcanzaban los instrumentos y la utilización de un espejo para observar las áreas no directamente visibles, mientras que Rógozov estaba en una posición semireclinada, se volvió hacia su lado izquierdo.
Rógozov hizo una incisión de unos 12 cm para buscar el apéndice. Media hora después del inicio de la operación empezó a sentir debilidad general y náuseas, por lo que de ahí en adelante tuvo que hacer varias pausas para descansar. Según su informe, el inflamado apéndice tenía una perforación de 2 × 2 cm en la base. Rógozov inyectó antibióticos directamente en la cavidad peritoneal. Cerca de la medianoche terminó la operación.
Después de un breve período de debilidad posoperatoria, los signos de peritonitis desaparecieron. La temperatura de Rógozov volvió a la normalidad después de cinco días. Siete días después de la operación, Rógozov retiró los puntos de sutura. En unas dos semanas pudo reanudar sus actividades normales.
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